Las Brujitas Tibiabín y Tamogante, vivían encerradas en un libro porque hacía mucho tiempo que nadie pasaba a leer, por aquella vieja librería. Pero aquella noche de brujas, la magia les ofrecía la posibilidad de salir e intentar solucionar su grave problema.

Después de mucho deliberar, Tamogante descubre una fórmula capaz de convocar en persona a Gutember, el inventor de la imprenta. Gutemberg cuenta a las brujas que antiguamente, cuando no existía la impresión de libros, las historias se difundían a través de la voz de los cuentacuentos. Tibi y Tamo, piden la ayuda a los niños y niñas que siempre están encantados en hacer el juramento para convertirse en cuentacuentos.

Este espectáculo se creó tras participar en el curso de dramatización organizado por el Centro de estudios teatrales de Icod el Alto.